Históricamente, el campo siempre ha sido el principal proveedor de recursos para la civilización, pasando por los grandes feudos hasta las extraordinarias ciudades del siglo XXI. Si algo se podemos observar en la evolución de este sistema productivo, es la separación tanto territorial, cultural y social del sector rural y el sector urbano, lo que sin duda ha provocado un notable rezago de la población agraria. Tomando en cuenta la premisa principal de este párrafo, surge la siguiente pregunta ¿Cómo es que el desarrollo rural hoy en día es notablemente bajo, siendo el campo una parte importante de la fluctuación económica nacional?

Lo primero que se tiene que analizar es que el grado de seguridad alimentaria de un país no está necesariamente relacionado al desarrollo agrícola, cosa que es posible lograr gracias al comercio internacional, lo que nos dice que la disponibilidad de alimentos para determinada población no implica que su sector rural sea existente o tenga un desarrollo de la misma proporción. Sin embargo, en México aún existe una notable dependencia por el campo, dado que es una parte importante del desarrollo económico del país.

La cuestión principal es de que manera se obtienen las materias primas de este sector, generalmente se hace mediante la inversión de capital en maquinaria y fuerza productiva de grandes empresas, Lo que implica que se deje de lado a los pequeños productores, resultando en el alto índice de pobreza que existe en este grupo poblacional. La producción en masa es un claro ejemplo de que el campo no es mas que un medio para la industrialización de las ciudades. Se podría argumentar que es la única forma de mantener a pie el modelo financiero del país, sin embargo, esto conlleva que millones de mexicanos tengan que vivir en condiciones deplorables a causa de esto, no olvidemos que los pueblos se llevan la peor parte de la escasez, el analfabetismo, la insalubridad y el crimen organizado, un reflejo de la pésima administración que se tiene cuando del sector agrícola se habla.

El gobierno invierte la mayor parte del presupuesto en obtener el más alto rendimiento para la obtención de recursos, destinando una ínfima parte a los apoyos de los campesinos, quienes no obtienen un correcto seguimiento ni asesoría que les permita un notorio crecimiento económico de sus familias o de su comunidad. La combinación de estos factores ha propiciado que las escasas subvenciones gubernamentales a estos productores sean un rotundo fracaso. El contexto macroeconómico de nuestro país no permite que el campo goce de éxito en el desarrollo de los proyectos agrícolas y ganaderos que pueden fomentar  el índice de movilidad social que tanto se necesita principalmente en este grupo poblacional del sector rural

La solución no es establecer un modelo proteccionista ni mucho menos, el verdadero problema es el enfoque que se tiene en la forma de extraer los bienes de consumo, no incluir en los planes de inversión y el deficiente o nulo asesoramiento a los pequeños productores es el causante fundamental del gran rezago cultural que vive la población rural, el campo debe dejar de verse como un simple medio, ya que en él también cohabitan seres humanos que forman parte de nuestra civilización, el repunte económico de las zonas marginadas puede significar un aporte importante a todo el país, que siguiendo la estrategia correcta, puede ser alcanzado de la manera correcta.